(Historia de los métodos de meditación no dual)
Mente y tiempo son inseparables porque la acción de conocer implica un movimiento mental, es decir, el desplazamiento del pensamiento a través del tiempo. El pensamiento necesita despla- zarse en el tiempo para desplegarse. A efectos meramente ilustrativos, Sri Ramesh Balsekar distinguía entre la mente funcional o especulativa que se mueve en un tiempo productivo o racional (en el sentido de que sólo analiza en busca de su “ración”) y la mente operativa que se mueve en un tiempo inerte.
La mente acaparadora o especulativa, el “yo” egoísta no puede permanecer en el presente. Necesita el tiempo (es decir, el pasado y el futuro) para moverse a apropiarse de objetos. En el presente hay consciencia individual, pero no hay sentido de apropiación porque la mente no dispone de espacio-tiempo suficiente para identificarse con los objetos. O dicho en otros términos, si se estrecha la franja temporal de la consciencia, el “ego” se debilita y acaba por fenecer.
La mente especulativa se mueve en un tiempo productivo en el que toda acción busca un resultado cuyos beneficios han de ser aprovechados. Dos son los elementos característicos de la mente especulativa; hay sensación del devenir del tiempo y hay sentido de apropiación de los objetos. Así, el pensamiento “yo” se afana en acumular objetos, diseñar proyectos, alcanzar objetivos que le reporten una felicidad estable. Pero como los objetos son mudables, el placer que proporcionan es efímero, lo que provoca en la mente un ansia insaciable por acaparar objetos. Así, esa huida hacia delante no hará más que producirle emociones negativas, pues si cree que va ganando la carrera aumentará su ambición, arrogancia, orgullo y vanidad, pero si cree que va perdiendo se verá preso de la envidia, la angustia y la frustración.
La mente especulativa se mueve en un tiempo productivo en el que toda acción busca un resultado cuyos beneficios han de ser aprovechados. Dos son los elementos característicos de la mente especulativa; hay sensación del devenir del tiempo y hay sentido de apropiación de los objetos. Así, el pensamiento “yo” se afana en acumular objetos, diseñar proyectos, alcanzar objetivos que le reporten una felicidad estable. Pero como los objetos son mudables, el placer que proporcionan es efímero, lo que provoca en la mente un ansia insaciable por acaparar objetos. Así, esa huida hacia delante no hará más que producirle emociones negativas, pues si cree que va ganando la carrera aumentará su ambición, arrogancia, orgullo y vanidad, pero si cree que va perdiendo se verá preso de la envidia, la angustia y la frustración.
Por el contrario, la mente operativa actúa desde el Ahora, lo que significa que cuando evoca recuerdos o imagina situaciones futuras o se plantea proyectos, lo hace sin sentido de apropiación. La mente operativa trata las situaciones sin componente pasional añadido; observa los acontecimientos como meros sucesos y no como problemas. No se atormenta estudiando los pros y los contras, ni se angustia por los resultados antes incluso de emprender la acción. En suma, la mente operativa no se preocupa, sino que se ocupa de las cosas. Se relaciona con los objetos sin sentido de apropiación. En consecuencia, tanto los objetivos como el resultado de sus acciones no son producto de la ambición, el temor, la codicia, etc.
Mientras que la mente operativa pasearía por un bosque sintiendo la unidad de la aparente pluralidad, la mente especulativa no vería más que madera que talar y vender.
Para la mente especulativa la relación con las personas y cosas es siempre interesada porque está condicionada por los beneficios que le puedan proporcionar.
Así, por ejemplo, ante la visión de un gran prado verde, mientras que la mente operativa puede sentir la paz y belleza del lugar sin emitir juicios ni comparaciones, la mente especulativa se apropiará imaginariamente del terreno y diseñará su casa en medio o calculará cuántos beneficios le reportaría si pudiera venderlo una vez parcelado y urbanizado.
Mientras que la mente operativa pasearía por un bosque sintiendo la unidad de la aparente pluralidad, la mente especulativa no vería más que madera que talar y vender.
Para la mente especulativa la relación con las personas y cosas es siempre interesada porque está condicionada por los beneficios que le puedan proporcionar.