Si tenéis fe como un grano de mostaza...



Yo os aseguro: Si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Desplázate de aquí allá, y se desplazará, y nada os será imposible.

¡Señor! Yo nunca he desplazado una montaña. Ni siquiera una colina de mi dulce aldea. Y estoy convencido de que nunca conseguiré hacerlo.
En clase me han enseñado la manera de construir un silogismo. Ha llegado el momento de poner en práctica aquellas enseñanzas. Probémoslo.
Tú has dicho: si tenéis fe, desplazaréis las montañas. Es así que yo no he logrado nunca desplazar una montaña. Luego no tengo fe. ¡Perfecto!, aunque esto no resulte muy consolador para mí. No tengo fe.
He recitado millares de veces la profesión de fe, el credo, ¡hasta soy capaz de meterme en una sólida disquisición sobre el Filioque!, pero no tengo fe. He estudiado a santo Tomás y puedo codearme con los teólogos modernos más «avanzados». Pero no tengo fe. Estoy en disposición de responder con desenvoltura a las principales objeciones «contra la fe». Pero no tengo fe. Jamás he desplazado a una montaña. Porque no lo he intentado nunca. Y no lo he intentado nunca porque tenía miedo de fracasar. Estaba «vacilante» (Mc 11,23).  Por consiguiente, no tenía fe.  
...Espero milagros de ti, Señor. 
...Estoy hambriento de ellos. Y me olvido de que tú realizabas los milagros cuando veías la fe de los que te rodeaban. La fe era el muelle que hacía saltar tu omnipotencia, y no viceversa.

La fe es el camino seguro que conduce al milagro. Yo, por el contrario, espero el milagro para empezar a caminar por el camino de la fe.

Si tenéis fe como un grano de mostaza... 

Será conveniente que me dirija a los expertos en botánica. Para saber si existe todavía algo más pequeño que un grano de mostaza...


Fragmento de "Evangelios Molestos" de Ponzato Alessandro 

No hay comentarios:

Publicar un comentario